Conviene considerar por un minuto en qué medida la fuerza de Ciudadanos pueda deberse al desgaste que el contínuo fuego de los medios próximos al PSOE está consiguiendo hacer en el PP.

La abrumadora superioridad socialista (particularmente en TV y redes sociales) ha conseguido éxitos como el casi imposible hito de mantener en portada durante semanas el aparentemente trivial asunto del máster de Cifuentes, mientras 2 ex-presidentes autonómicos socialistas declaran en relación con el destino de más de 700 MEUR en EREs de Andalucía.

Pero al contrario de lo que sucedía antes de Rodríguez Zapatero, el PSOE no consigue atraer a los votantes que pierde el PP, sino que se los lleva Ciudadanos. Esto también es bastante notable, porque este último partido carece de las televisiones aliadas como Cuatro o La Sexta, o del ejército de posteadores en redes sociales con que cuentan las asociaciones de la PSOEsfera.

De momento, el PSOE mantiene su estragegia mediática a pesar del escaso beneficio propio, por el daño que causa al PP. Sin embargo, es inverosímil que los socialistas se conformen con ese resultado cuando las elecciones se acerquen y se ponga en juego dinero de verdad.

A nadie se escapa dentro del partido que Pedro Sánchez, que ya cosechó en 2016 el peor resultado electoral de la historia del PSOE, alcanza estos días una intención de voto todavía peor que aquel infausto resultado. Resulta pues razonable pensar que Sánchez, para mantener a raya a la inevitable oposición interna, argumente internamente que dispone de una carta en la manga. ¿Qué carta puede ser?

El PSOE tiene justificado horror a participar en una coalición de gobierno como segundo partido, porque los segundos partidos tienden a pasarlo mal siiempre. Se desgastan cuando hay dificultades, y no se benefician cuando las cosas van bien. Por ese motivo el PSOE no aceptó la Gran Coalición que propuso Rajoy en 2016, y por ese motivo tampoco participará como segundo de Ciudadanos si puede evitarlo. Cualquier plan socialista debe pues pasar por al menos quedar por delante de Ciudadanos y de Podemos, y entonces intentar pactar con uno de ellos, o con ambos.

Es probable que en algún momento pues los medios socialistas comiencen el fuego contra Ciudadanos. Tal vez descubran que algún destacado miembro de Ciudadanos obtuvo un máster dudoso como Cifuentes, o una beca en Málaga, contrato en Venezuela o piso en Rivas como sucedió en su día a los Errejón, Monedero y Tania Sánchez. Ese será el momento en que se verá qué resistencia tiene la intención de voto de Ciudadanos bajo fuego real.

De momento, prudencia con la intención de voto de Ciudadanos, que sigue muy tierna.

Parece que hay que colocarse un poco por encima del postureo mediático de los partidos para entender la jugada.

Los medios socialistas proclaman el sorpasso de Ciudadanos al PP, pero podemos pensar que eso distrae del hecho probable que antes que al PP, Ciudadanos vaya a pasar al PSOE.

Y el PSOE no puede pactar con Ciudadanos, porque los discursos estratégicos de ambos partidos está en las antípodas uno del otro. El PSOE intenta vender en toda España que va a arreglar el "encaje" de Cataluña sin explicar cómo, pero en Cataluña sí promete otorgar concesiones fiscales exclusivas y crear una ínsula judicial a prueba de jueces instructores excesivamente curiosos, con idea de recabar el apoyo de los separatistas.

Por el contrario, Ciudadanos defiende la aplicación de la ley actual y presenta las concesiones socialistas como premio a quienes intentaron saltarse la Constitución en lugar de reformarla. Su postura es menos rentable a corto plazo, pero a cambio es más sólida a largo plazo. Y ahora que ya empieza a estar consolidada y se dan sus frutos, parece iluso por parte del PSOE pensar que conseguirán que Ciudadanos pacte nada parecido al programa del PSOE y arruine la ventaja electoral que ha ganado. Eso no va a suceder.

Por otra parte, la dinámica interna del PSOE tampoco permite a Pedro Sánchez cambiar de línea política sin ponerse a tiro de la oposición interna, porque cualquier cambio de ruta sería inmediatamente interpretado como debilidad del líder y le abriría una brecha de consecuencias orgánicas potencialmente letales.

La única forma práctica de que haya un pacto entre Ciudadanos y el PSOE sería si antes dimite Sánchez, y eso no va a suceder antes de que el partido tenga un nuevo desastre electoral. O sea que nada de pacto con Ciudadanos a gran escala de momento.

Parece mucho más probable que Ciudadanos se afiance en su imagen de versión joven y no corrupta del PP, y herede sin mérito real la reputación de éste en gestión economica, pero también sin mucho esfuerzo.